En este planeta y desde que tenemos memoria escrita sólo se han divertido unos cuantos, por lo tanto sería necesario convertirlo en un lugar donde podamos divertirnos todos

Emprendedor, Viajero. Permanentemente insatisfecho y en búsqueda constante del sentido de esta vida.

Las grandes verdades de la vida contadas por J.M. Raskavich

Desde siempre tuve curiosidad por saber el por qué de todo lo que pasa a mi alrededor, y por qué se ha montado este tinglado tan enmarañado y difícil de desmadejar. Esto me ha llevado a escribir, y propagar por el mundo entero, con el fin de que todos nos enteremos de lo que pasa con este montaje. De todo ello, somos todos culpables, pero los mayores culpables somos todos los que lo hemos permitido. Estas grandes verdades de la vida están por todas partes, pero parece que no nos enteramos, o no nos queremos enterar…

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Hay un asunto que me tiene especialmente descolocado:

Fueron necesarios seis años de mi vida para escribir un libro y, una vez finalizado, ya tengo muy claro quiénes van a beneficiarse del producto de mi esfuerzo. Debo admitir que durante este largo periodo, los que dirigen ésto, en su inmensa generosidad, pusieron a mi disposición todos los caracteres de nuestro abecedario sin cargo alguno para manejarlos a mi antojo, sin embargo, una vez finalizado el trabajo fue necesario publicar el documento y, a partir de ese preciso instante, comenzaron mis tribulaciones. Una vez agotado el mundo de las ideas comenzó el momento de los números, y el resultado me erizó los vellos.

El 60% de los recursos económicos para dar salida a mi trabajo fueron utilizados para gastos de oficina, consumibles, impresión, traducción, distribución, desplazamientos, algunas tertulias con café incluido, y como siempre, cuando haces algo por primera vez, los consiguientes imprevistos. Todos estos movimientos fueron meticulosamente gravados con el correspondiente IVA, mientras, el resto, era fagocitarlo por una maraña de impuestos que nuestra administración tenía preparada para el evento, de forma que mi beneficio económico quedó reducido a CERO. Cronológicamente hablando, tanto esfuerzo se distribuyó de la siguiente manera: TRES años de desvelos para ponerlo a disposición de los lectores y TRES años de mi vida para satisfacer el voraz apetito de nuestros amados dirigentes, de manera que mi recompensa ha quedado reducida a la satisfacción moral de haberlo conseguido.